Toc, toc. ¿Se puede?
Empezaremos con un frase que puede acojonar a cualquiera: “Hola soy yo, el de hace nueve meses, tenemos que hablar”. Pero tranquila, de momento el único que se caga encima y no es capaz de mantenerse de pie por él solito es el que escribe, nadie más.
En fin, perdona el retraso, pero mandé a las musas a por tabaco y se esfumaron con todas mis frases. Dicen que prefieren echar humo a venderlo. Primero de todo te voy a abrir un poco, que esto echa un peste a cerrado que es necesario que corra un poco el aire, o que se corra quien quiera.
Me sorprende que todavía estés aquí, esperándome, muy pocas lo hacen. No creo que te queden muchos voayers, se aburren si no hay acción. Y siempre me he sentido como el novio de una stripper, todo el mundo te puede ver, pero solo yo puedo entrar dentro de ti.
He intentado matarte muchas noches, pero escribir palabras tiene la misma cualidad que decir un te quiero: una vez hecho ya es imposible eliminarlo, por mucho que te arrepientas. La verdad es que esto es como la prudencia, las carreras universitarias o las novias con bigote, justo cuando las dejas te das cuenta que no las vas a necesitar nunca más. Pero, como si la b se hubiera cambiado de sitio con la l, no sé porqué, esta noche he acabado por estos lares.
Y ya ves, aquí estoy, como el remember de una peli porno: con menos ropa y más canas que la última vez que nos vimos. Intentando encontrar un final digno a todo esto por el mismo sitio que se esnifaron la dignidad las musas, por narices.